lunes, 16 de abril de 2012

Alury la de la mirada infinita.

... Se veía el sol caer lentamente sobre el desierto, las blancas nubes eran atravesadas por los rayos que bañaban las dunas, el calor abrasante menguaba a medida que las estrellas comenzaban a ser visibles y la luna llenaba el cielo; el viento rugía fortísimo como anunciando el llegar de la noche...

Quedarse en medio del desierto, atorado en una vieja furgoneta sin una gota de combustible, jamás fue su sueño, sin embargo los designios del destinos nos arrastran a lugares inimaginables, a él lo llevaron al Desierto Costero Peruano.
Durante los últimos meses los infortunios habían sido parte inherente de su vida; extrañaba España, extrañaba la vida que conoció, la vida que ya no encontraría al volver. No es que la pequeña provincia Peruana no le gustase, era muy colorida, su gente hospitalaria, y esos paisajes que parecían inventados. Gustaba por sentarse a ver caer la noche en un cerrito, desde el cual se veía el pueblo, sus casas de barro, el pozo, la escuela, la tienda... Se consolaba observando atravez de las ventanas las vidas ajenas, le daban el sentimiento de ser parte de ellos, le otorgaba el calor de una familia que tanta falta le hizo siempre.

Sus pensamientos fluían al ritmo de las bocanadas, los cigarrillos son un mal necesario cuando se vive en soledad, quizás para llenar los vacíos, para ocupar la boca y olvidar los silencios.

Economista de profesión y soñador por convicción, se había apuntado de voluntario para impartir clases gratuitas a los niños de esa comunidad indígena. - parecían tan lejanos aquellos motivos, el había planeado todo el viaje, pero nada resulto como el pensó- Uno nace sin tener idea de lo que sera la vida, crece y se le antoja perfecta, luego maduras y la realidad te aplasta inevitablemente.
La vida suele ser la mentira mas grande jamás contada...

Habían pasado casi 4 horas desde que se quedo varado en medio del desierto, el mismo tiempo que Qhari emprendió el regreso a pie para pedir ayuda.Pensó que era mejor relajarse, subió al cofre de la furgoneta intentando no hacer mucho ruido, -esa vieja carcacha debería de tener muchos ayeres, que indudablemente dejaron su huella a lo largo de la carrocería- se acomodo de la mejor manera posible -tomando en cuenta sobre lo que se encontraba recostado- y clavo la vista en el firmamento. Era inconmensurable la cantidad de astros que transitaban por el cosmos, tan grande era el numero que sentía que el infinito lo iba a tragar de un momento a otro.

Las personas de las grandes ciudades no se pueden ni imaginar vivir en las provincias lejanas, siempre añorando sus comodidades y lujos que la vida en las urbes modernas les ofrece, el ser humano termina por negar sus orígenes y pareciera tener repudio por su condición natural, si tan solo pudieran ver el cielo en todo su esplendor,no había forma de imaginarse una vida sin disfrutar de tan grande placer. Da la sensación de ser el único en toda la tierra, como si, justo ahí, a mitad de la nada se develarian los grandes misterios del mundo...

El sol lo despierta muy temprano, hiriéndole los ojos, no tenia que asomarse por la ventana, como en su departamento, sino que inundaba el cielo con su luz en el instante en que aparecía. A su alrededor no había nada ni nadie - que diferente era todo cuando la luz bañaba el horizonte- De pronto unos silbidos captaron su atención. Era Qhari, que tal como lo prometió regresaba con ayuda. Sintió por fin la amplitud del lugar y hasta el sol le pareció menos sofocante.

El agua rodaba por su cuerpo ávido de frescura, formando gotas de rocio sobre su piel apiñonada, esta vez no reparo en lo reducido de el baño, en lo incomodidad de las circunstancias. -El agua... el elixir de la vida -dijo extasiado para si mismo- mientras salpicaba dramáticamente el plástico que servía de pared.
El clima era perfecto, el paisaje invitaba, el viento se apetecía y él, él con tantas heridas en el alma. A sus 39 años de edad pocas veces supo lo que era ser feliz y la pequeña cantidad que recibió le fue arrebatada bruscamente; sus padres, siempre ocupados lo dejaron crecer solo, se hizo de muchos amigos -mas por comodidad que por interés- infinidad de mujeres pasaron por su vida, pero a muchas de ellas ni siquiera las recordaba y a las que recordaba era por que había tenido relaciones tortuosas con ellas, a excepción de una, que de la misma forma en que apareció, se fue, se fue y jamás regresaría. Su juventud se le fue de cama en cama, de bar en bar, de viaje en viaje. Y ahí estaba ahora, al final de sus 30's sin un rumbo fijo, perdido en una provincia Sudamericana sin saber muy bien por que estaba ahí.
La idea del viaje a Perú fue de Alury, ella y el siempre estaban en busca de nuevas aventuras, habían ya recorrido Europa y Asia, así que planearon un viaje a Sudamérica, lo planearon con tanto tiempo de anticipación que para cuando el viaje iniciaba, Alury se había marchado para siempre - tan frágil es la vida que en un instante estas saliendo del cine y en el próximo tirado en el suelo con dos puñaladas en el estómago- Si tan solo el hubiera estado ahí para defenderla, si tan solo no hubieran discutido estúpidamente antes de salir y el no hubiera decidido quedarse... Pensó en no ir, pero ya había firmado los papeles que le comprometían como voluntario, tenia los pasajes, y ella tendría sus razones para actuar como lo hizo, además que de relevante tenia cuestionar a una muerta, por así es como estaba muerta y nada, jamás podría cambiar eso.

Decidió tomar el viaje, hacerlo en nombre de ella, iría solo y buscaría solo su paz interior, pero el pueblo desató demonios internos que el no sabría callar. Caminaba lentamente, como arrastrando los pies sobre el polvo, su aspecto físico no diferia mucho de sus estado de animo, se le veía triste y abandonado, los niños lo mantenían ocupado durante el día, pero en las tardes era Alury quien se colgaba de su cuello, la que hacia muecas graciosas y le aconsejaba sitios para explorar -no te has ido he solecito- susurraba despacito. Los amigos le enviaban mail's preguntando por su estado emocional, que soberbios al pensar que aquel olvidado poblado contaba con esas comodidades.

Una tarde después de comer quiso explorar la punta del cerro, tomo su cámara, su única compañera tangible y comenzó a subir, se topo con un grupo de jóvenes mientras caminaba hacia la cima, lo saludaron y le aconsejaron que no subiera, pero su espíritu aventurero lo impulsó a ignorarlos, subió y subió, hasta encontrarse victorioso en la parte mas alta del cerro, la noche caía dramáticamente sobre un cielo pintado en tonos malva, la luna comenzaba a vislumbrarse y algunas estrellas hacían lo mismo, el viento corría suave y denso como un susurro. ¿Era ella? ¿Era Alury? ¿Quería decirle algo? Entonces comenzó a parlotear, a disculparse por una culpa ficticia, a decir que si hubieran hecho tal ó cual, a contar los planes que jamás contó, a confesar la cosas que jamás le dijo.
Y por vez primera desde la muerte de Alury, lloro, lloro hasta quedar seco, lloro hasta que le dolieron los ojos... De pronto entre sollozos y humedades, la vio, la vio brillando de forma sobrehumana, tan gracil como siempre, esbelta y erguida con soberanía, mirándolo con ojos serenos, estaba tan cerca y quería tocaría, la noche había devorado el malva, y como la otra del desierto era despejada y clara, los astros rehilaban en el universo anunciando el destino, el soplo del viento le dio impulso, se levanto, se paro justo en el borde del precipicio y camino... camino hacia ella, camino al infinito.

Alury floto, floto como hoja, floto como espuma.

2 comentarios:

  1. Muy emotivo, ¡felicidades! Nique decir tiene que me encanta que ella se llame como yo... :D

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