lunes, 21 de febrero de 2011

Carta






Septiembre tres del año 2009 04:28 am.


Después de nuestra charla nocturna tuve que cumplir con los requerimientos que exige ese vinculo basado en la búsqueda de aceptación y pertenencia a un grupo social, algo que comúnmente llamamos amistad… Y así de pronto me encontré entre un mar de personas, personas con las que has cierto punto he sido feliz, de las cuales conozco casi todos sus gustos y aficiones, me deje llevar por la marea y pude vislumbrar rostros conocido por aquí y por allá, exaltados con sonrisas, dedicándome frases trilladas de bienvenida, no recuerdo hace cuanto fue la ultima vez que asistí a una fiesta… a juzgar por los rostros de franca sorpresa de algunos puedo decir que fue hace mucho. Una fiesta de despedida se anunciaba a gritos, francamente nunca me han sido gratas las despedidas y menos aun cuando son pretexto de celebración, resignada a dar besos y abrazos al por mayor me dirigí al jardín (lugar donde se encontraba el festejado) a diferencia de otras visitas a esa casa, hoy lucia falto de su habitual belleza, demasiadas personas y ruido en exceso (no me encontraba de humor para escándalos me bastaba con el ruido interno como para soportar otro mas) tratando de no pensar demasiado (realmente no hacia falta) me deje envolver en esa nube de frivolidad, mostrando interés por los temas a tratar que de una forma u otra siempre apuntaban a las cómicas hazañas de personas ebrias y aunque entre risas y copeo me descubrí, en mi fuero interno una indefinida marea de pensamientos se resguardaba para agitar mi bahía apenas los turistas la dejaran en soledad… la noche transcurrió lenta, encontrándome en un estado etílico moderado y habiéndome fumado una incontable e increíble cantidad de tabacos creí que era tiempo oportuno de marcharme a casa sin correr peligro de dañar susceptibilidades, de esta manera y siendo la primera en abandonar la singular celebración me despedí tan solo agitando la mano para evitar cuestionamientos que no podría responder con sinceridad, decidí por bienestar mío y de mi carro caminar las 11 cuadras que me separaban del lugar donde tengo mis dominios, un poco de aire fresco le viene bien a cualquiera…

Fue entonces cuando supe el por que de mi malestar al observar el comportamiento y las actitudes socarronas de mis compañeros de juerga, la realidad de mis palabras me aplasto de tal forma que casi deje que el cigarrillo que sostenía entre los labios me quemara… recordé con tal claridad aquella frase que esa misma noche formule

“Cuando has estado en el paraíso ningún sitio puede sustituirlo”

La marea arremetió contra mis costas, resurgiste de la oscuridad de mi memoria, tu guarida, donde te escondiste durante las ultimas horas… el frio aire de la madrugada corta mis mejillas y yo comienzo a dar forma en mi mente a esa carta que al llegar a casa escribiré para ti.


D mi muy anhelado D:


Siendo incapaz de comprender lo que sucede dentro de mí y sabiéndome desconocida, muy a pesar de conocer y estar segura de lo que hago y sobre todo siento comienzo a redactar esta carta.

En un principio confundí lo que en mis entrañas se añejaba… lo creí admiración o interés y es que es poco usual en mi enfrascarme con tanta facilidad en conversaciones largas que dejen expuestos mis intereses, peculiaridades, mis íntimos anhelos… es verdad que en la pagina del Badoo los expongo pero no permito ningún cuestionamiento sobre ellos. Al darme cuenta de lo que sucedía decidí restarle importancia, pues, creí todo seria cuestión de tiempo… erróneamente pensé que con el transcurrir de los días nuestras charlas cambiarían lo suficiente como para llegar al punto de ser insulsas y vánales, pero una gran sorpresa me aguardaba pues día a día y conversación a conversación mi adicción se fue haciendo mas fuerte, me hice adicta a tus palabras, a las cuales le confería significados amorosos, esto me hacia sentir insegura pues me parecía que una armadura de hierro me separaba de tu centro, trate con tanda fuerza de romperla pero me era imposible, me hice adicta a tu música, que tome como sustituto en mi ignorancia total del timbre que tiene tu voz, mis divagaciones fueron creciendo a tal grado que me asuste, temerosa como estaba decidí una noche después de disfrutar de tu compañía … y mientras me encontraba sentada en la terraza de mi habitación con los rayos lunares bañando lo visible de plata dar por terminada esa extraña dependencia a tu presencia intangible pero mas real que ninguna otra que no lograba comprender, ¡Que tonta fui! Creerme capaz de tan utópico planteamiento, mi mente ya reclamaba tus formas… imaginando tu rostro, tus gestos al leerme, al pensarme…cavile y cavile tratando de averiguar el timbre de tu voz, mientras leía las frases y palabras que con tal profundidad dedicabas a esta que ahora te escribe me doy cuenta que si cierro los ojos y abro las puertas de la mente puedo ver tus sonrisa, tocar tu piel… anhelo tu compañía y deseo mas aun tus silencios…

Descubro asombrada que aun teniendo todas las armas para hacerme postrar a tus pies te empeñas en erigirme como a una Reina, ahora aquí mirando un cielo que reclamo como nuestro puedo decir sin lugar a dudas que Te quiero, y ruego a ese ser omnipotente del que todos hablan, mande a su hijo el viento llevar mis susurros en tu presencia, un temblor corporal me ataca se lo confiero con mas seguridad al cumulo de emociones contenidas dentro de mi frágil cuerpo humano que al aire frio que me despeina. Hoy, aquí y ahora mis temores se reducen a la insaciedad que nos apresa… por mi parte el hecho de no ser suficiente el tiempo de nuestras conversaciones, tus dosis diarias nunca son demasiada, empero que la imaginación trata de salvarme de la realidad… por tu parte que abandones este sueño por una realidad mas prometedora.

Abra que esperar la sentencia que dicte el universo… pues si he de ir al infierno… que mejor que arder en tu fuego.


El pasado le habla al futuro prometiendo tiempo juntos…

Connie Zepeda.

Deja vù...




La valse d’ Amelie vibra en su interior, gira bajo los Sakuras, se aleja, vuela y regresa de ese lejano país, el país bajo su piel… las hojas, se aproximan a ella en volatil lluvia rosàcea, parecen llevar el ritmo de su respiración. Él la observa recargado contra un árbol, esta callado, tan callado que parece estar ausente; no se alarma, conoce sus silencios, le gustan… sus ojos dicen todo lo que ella necesita saber, le gusta sentir sus miradas, la música en su cabeza se detiene, ya no tiene importancia, ahora necesita tomarle de la mano, saber que es real, resuelve caminar hacia el, levanta ambas manos y toca su rostro… su rostro de roca, firme, siente la dureza de sus facciones -alguna vez ha pensado que el pudo a ver sido algún caballero, de esos que airosos subían a su caballo y partían en aras de justicia y libertad para su pueblo, lo imagina héroe- trata de parar sus efluvios mentales.

Él, al sentir su tacto se estremece y se inclina imperceptiblemente hacia la mano derecha, apenas roza con sus labios la palma y deposita el mas tierno de los besos; ella es feliz, y el lo sabe, lo sabe por la forma de sus miradas… se pierden en el interior de sus pupilas hasta que un frío viento llega del norte, sin pronunciar palabra se toman de la mano y caminan hacia aquella vieja cafetería frente al parque, sentándose frente al ventanal ordenan, para él un americano, ella un capuchino de moka.

El silencio permanece, pero lejos de ser un silencio incomodo, es un silencio lleno de miradas cómplices, ella retira la vista y la pierde en un punto distante del horizonte, los tonos naranjas de un atardecer de invierno la hacen viajar, viaja no mucho tiempo atrás… recuerda aquel primer encuentro -su cuerpo reacciona ante la remembranza, y los escasos bellos que cubren su brazo se erizan- puede sentir con claridad los nervios que la invadieron, el rubor en sus mejillas se hace presente, las sonrisas compartidas, el beso, aquel primer beso, el sabor de sus labios, el aroma de su piel, la textura de su suéter… todo lo recuerda con una claridad inquietante.

Él parece adivinar su pensamiento, o al menos intuye la importancia de sus rubores, acercándose a ella le besa el cuello, deteniendo cualquier pensamiento, llamándola al presente, voltea y lo mira, vislumbra en sus ojos esa chispa que ambos conocen, que muchas veces antes los ha hecho salir de diversos lugares sin importar la ocasión o el motivo, pero hace caso omiso, no por que no lo desee, ella arde de la misma forma y tal vez con mas intensidad que el, debido a su resiente lluvia de recuerdos, es mas bien para alargar el preámbulo, para dar la sensación de eternidad a sus deseos, la espera siempre enardece el placer acostumbra decir el; de nuevo siente el tacto de unos labios rozándole el cuello -una segunda invitación- el café se ha terminado, el frío es mas fuerte aún con la calefacción encendida… y él, él esta ahí sentado a su lado, irradiando calor, llenándola de el, lo mira y sabe que es hora de irse, levantándose dejan 2 billetes que cubrirán el costo de lo que han consumido.

Al salir, el frío les hiela la piel, el hace señal de abordar un taxi, pero ella no se detiene y continua caminando.


-Son solo 5 cuadras- comenta.

-¿Estas loca? ¡Nos estamos congelando!


Pero continua su camino con andar resuelto, sin decir nada, las calles se tornan solitarias y sombrías, el sol se ha ocultado por completo, en el cielo algunas estrellas comienzan a ser visibles, tintinean inquietas, de pronto… se detiene abruptamente, gira hacia el y tomándolo del cuello lo acerca a su rostro, lo besa, rozando apenas lentamente sus labios, jugando con ellos, dejándolo sentir su aliento… se enardece y lo besa con pasión, con urgencia, el deseo la consume, él reacciona ante su inesperado ataque, la toma de la cintura y la atrae hacia si mismo, obligándola a arquearse contra su cuerpo, se besan desesperadamente… como sincronizados recuerdan que están en un lugar publico, se detienen sin muchas ganas y entonces es ella la que para el taxi, lo abordan, durante el corto trayecto de camino a casa, el besa tiernamente su cuello, su rostro, sus ojos, sus labios… -Que diferentes eran ahora sus besos, en algunas ocasiones solía extrañar el pudor y la timidez de sus primeras caricias, pero hoy no, hoy lo desea así, dueño de ella, no necesita pedir permiso, ni buscar en sus ojos señal alguna de aprobación, ella es de él y lo sabe-

Sin darse cuenta están ya en el departamento, se funden en caricias y besos, se unen, se hacen uno mismo, los espacios desaparecen, los ruidos son sordos, solo están ellos dos, nadie mas existe, nadie mas importa…


La tímida luz de un amanecer invernal llega a su rostro, retenida apenas por una delgada cortina que resguarda la intimidad de su habitación, recostada sobre su pecho siente su tibieza, el acompasado ritmo de su respiración…


¿Esta despierto? ¿Sabe que ella lo esta? ¿Disfruta igual que ella la sensación de su desnudes, de la desnudes de ambos?


La yema de sus dedos le dan la respuesta, caprichosas se abren paso entre las sabanas, dibujando formas por su espalda…




Ella sonríe, es Feliz…



CONNIE ZEPEDA.